Durante el Adviento, me gusta especialmente oír leer en voz alta el libro de Isaías. El primer domingo de Adviento, es Is 2,1-5, sobre caminos, sobre la luz y la forja de espadas en rejas de arado. Una «palabra» que Isaías ha «visto». Ve el monte del Señor al que son atraídas todas las naciones. Como si desde el templo, desde Dios, hubiera una atracción. El monte y el templo son visibles desde lejos, atractivos e invitadores. «Venid, subimos…». ¿Y qué busca la gente? «Que nos muestre los CAMINOS…». La Palabra de Dios, su «instrucción», tiene un efecto, mueve algo en las personas: Los que han reconocido algo lo hacen por sí mismos: de sus espadas forjan rejas de arado. No es Dios quien destruye las armas. Es el hombre el que comienza a forjar espadas y lanzas. Es el ser humano el que se deja cambiar por Dios y emprende nuevos caminos.
Hna. Christa Huber CJ
