Hace muchos años me regalaron un «cristal solar». Tiene una tapa que capta los rayos del sol y genera electricidad con ellos. Da un poco más de luz que una vela e ilumina el impulso de meditación de mi tiempo de oración de Adviento por la mañana temprano. Sin palabras, me habla de recuerdos soleados, de momentos pasados con los seres queridos en la terraza, de amaneceres junto al mar… y de la luz del mundo que eclipsa toda la oscuridad que tanto esperamos y anhelamos. Pero también nos dice que es posible captar algunos de los rayos de esta luz y llevarlos a la oscuridad de los demás – un buen consejo, no sólo para los días de Adviento.
Esther Finis, Amiga de Mary Ward
