El COVID-19 nos brinda la oportunidad de encontrarnos nuevamente; estamos aprendiendo a morir a nuestro pasado y a nacer de nuevo espiritualmente en cada momento de nuestra vida. Durante la pandemia de COVID-19, la mayoría de nosotras fuimos desafiadas por el tiempo adicional para la oración y la reflexión. Muchas entre nosotras estábamos muy ocupadas, pero fuimos frenadas por este organismo extremo y su fuerza enorme; sin embargo, cada día es único cuando se viven uno a la vez, dedicándole toda nuestra energía, conscientes de que una fuerza Divina nos guía. Ahora tenemos tiempo para notar las bendiciones y reconocer las nuevas oportunidades en la quietud.
La pandemia ha desarrollado la mayor conciencia espiritual que el mundo haya conocido y lo sigue haciendo. Ha afectado a personas de todas las clases sociales, de todas las religiones y países de la misma manera. Somos una sola cosa. Estos tiempos nos han proporcionado diferentes lentes con los que ver el mundo y entender que cada día es valioso.
Ser más conscientes espiritualmente nos da esperanza; una esperanza en medio del dolor y el sufrimiento causado por la pandemia de COVID-19. Podemos ser una luz para otros que necesitan nuestra ayuda, especialmente aquellos que están perdiendo su esperanza en Dios. Superar estos tiempos de prueba requerirá mucha innovación espiritual. Podemos ofrecer apoyo a los que están deprimidos o asustados rezando por ellos. Esto ha despertado el espíritu de unión de corazones y mentes mientras todas rezamos por el fin del coronavirus.
Nos hemos dado cuenta más claramente de que el amor es la única emoción que lo superará todo. Se trata de cultivar el amor en todo lo que hacemos, el amor a Jesús y el amor al prójimo como dijo Jesús, «amad al prójimo como a vosotros mismos». Aprovechemos este momento único para adquirir la sabiduría de conectarnos con nuestra fuente espiritual en la oración, el examen de conciencia y la meditación. Reconozcamos las bendiciones que eran invisibles y las misericordias que se renuevan cada día.
En resumen, la realidad del Covid-19 también nos ha mostrado cuán frágiles somos, independientemente de cuán desarrollados estemos como seres humanos. Nos preguntamos, ¿quiénes somos? ¿Cuál es nuestro fin? ¿Adónde vamos? Las respuestas a estas preguntas sólo vienen cuando nos ponemos en contacto con nuestro ser interior.
Hna Maria Kalonga CJ y Han Memory Mapfuti CJ – Zimbabwe
