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El primer paso en el camino del peregrino – 21 de octubre de 1621

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Hoy guardamos el recuerdo del primer paso de Mary Ward desde Lieja en el camino de peregrinación a través de los Alpes hacia Roma el 21 de octubre de 1621. Ningún/a otro/a fundador/a de una congregación religiosa había necesitado hacer esto – presentarse en persona a Roma para la aprobación de su sueño dado por Dios. Las solicitudes se presentaban siempre a Roma a través de frailes y obispos, y así las congregaciones quedaban sometidas a su autoridad. La intuición de Mary Ward de 1611 de tomar el misma de la Sociedad le exigía evitar tal control. Su congregación debía estar sujeta sólo al Obispo de Roma, el Papa.

La aprobación también permitiría a las jóvenes que se unieran a Mary Ward traer sus dotes – asegurando las finanzas de la comunidad que de otra manera dependía de las donaciones.

En septiembre de 1621, Mary estuvo en Bruselas en la corte de la infanta Isabel, hija del rey de España. María solicitó cartas de recomendación para la Curia Romana, que Isabel preparó y envió a su diplomático en Roma. Es posible que durante esta época el famoso retrato de Mary Ward, que cuelga en el convento de Augsburgo, fuera pintado por un colega del taller de Peter Paul Rubens. Éste era el pintor de la corte de la infanta desde 1609.

El intrépido grupo de peregrinos estaba formado por Mary Ward y sus compañeras más cercanas: Winefrid Wigmore, Barbara Ward, Susan Rookwood, Margaret Horde y Anne Turner. También les acompañaban el sacerdote Henry Lee y el caballero Robert Wright. Contaban con un criado y dos caballos, uno para llevar el equipaje y el otro para llevar a la persona más agotada. Por consejo de la infanta, viajaron vestidos de peregrinos porque les hacía menos llamativos para un robo -¡que de todas formas ocurrió!

Los diarios indican que se rezaba con regularidad a lo largo del camino: oración en común y tiempo personal de contemplación; la belleza de la naturaleza inspiraba la alabanza al Creador, se rezaba el Rosario y se concluía el día con el «Te Deum», «Laudate Dominum omnes gentes» y un capítulo de las leyendas de los santos.

Este primer viaje a través de los Alpes terminó dos meses después con su llegada a la Piazza del Popolo, en Roma, en la Nochebuena de 1621.

Traducido del original escrito por la Hermana Ursula Dirmeier de la Provincia de Europa Central

Carla Bellone