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Día 5: 27 enero 2022

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LA MISIÓN

‘Sirve a Dios con gran amor y libertad de espíritu.’  ( Mary Ward)  

Nuestro amado Padre mira cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones y nos da todo lo que necesitamos para hacer Su voluntad.  (Teresa Ball)  

En el siglo XXI, podríamos preguntarnos: ¿qué es la misión? ¿Es cruzar los mares? ¿Es hacer algo heroico? ¿Es hacer algo por los demás? ¿Es estar ocupada todo el tiempo?

La misión es hacer realidad el reino de Dios en la tierra. Se trata de cumplir la voluntad de Dios aquí y ahora, siendo y haciendo. La misión está donde están nuestros pies, porque el Reino de Dios está en medio de nosotros. Es encarnarnos para transformar el mundo siendo un catalizador o levadura para la transformación. Es ser la exégesis viva de la palabra de Dios. Es el amor de vaciamiento por los demás.

Hoy estamos llamadas a pasar de la misión ad gentes, es decir, la misión a los pueblos, a la misión entre los pueblos, es decir, la misión entre o con el pueblo. Tenemos que reflexionar junto con el pueblo de Dios para descubrir cuáles son sus necesidades reales, a fin de responder a ellas con eficacia.

Para ser eficaces en la misión necesitamos primero una mente abierta, es decir, una disposición a escuchar con inteligencia lo que oímos o vemos. Sin embargo, la voz del juicio puede bloquear nuestra mente impidiéndonos ser creativas y estar presentes ante las demás personas.

En segundo lugar, necesitamos un corazón abierto, que es la capacidad de empatizar con los demás, estar en contacto con nuestras emociones y sintonizar con diferentes contextos. La voz del cinismo puede bloquear un corazón abierto haciéndonos distantes emocionalmente y haciéndonos perder nuestra vulnerabilidad.

En tercer lugar, necesitamos una voluntad abierta, que es la capacidad de estar en contacto con nuestro auténtico propósito y nuestro yo para dejar ir y permitir que llegue una nueva vida. La voz del miedo puede bloquear nuestra voluntad de dejar a un lado y renunciar a nuestras seguridades.   En mi día a día, la misión consiste en discernir cuál es la voluntad de Dios y hacerla lo mejor posible, sin centrarme en el éxito sino en complacer a Dios. Es encontrar a Dios en todo lo que hago y en las personas que encuentro. Se trata de descubrir mis dones y ver cómo y dónde puedo aplicarlos mejor y también aceptar mis limitaciones. No se trata de algo externo, sino de la realidad de cada día.  

¿Cómo entiendo yo la misión? ¿Qué actitud o actitudes necesito cambiar… para ser más eficaz en mi misión?

Sr Rosaline Ng’ang’a IBVM – Zambia

Esther Finis