Los días 12, 13 y 14 de febrero participé en un curso de formación para consejos generales organizado por la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales). Una treintena de hermanas estuvieron presentes en la sede de la UISG, conmigo estuvo también la hermana Pratima CJ, la hermana Helena CJ asistió on-line con unas 200 hermanas más de todo el mundo.
El tema de la reunión fue «El arte y el alma del liderazgo orientado a procesos», Yago Abeledo Madueño, de la congregación Misioneros de África, nos guió para explorar los diferentes niveles de conflicto y ver cómo todo está interconectado. Nos ayudó a experimentar el conflicto como un aliado: el conflicto, dijo, puede aportar novedad, es una oportunidad, es un fenómeno energético que puede crear un cambio significativo, renovar las relaciones y sostener la vida comunitaria.
Yago, tras una introducción sobre cómo ver el conflicto y cómo en el propio conflicto se encuentra la solución, cómo explorar las partes internas del conflicto y cómo ver el caos como principio organizador, nos presentó:
- el Marco de la Mariposa, el modelo de la Mariposa, un marco de naturaleza holística que nos ayuda a navegar por la complejidad del conflicto con mayor conciencia y donde se nos ofrece un viaje de transformación que requiere tiempo y dolor al igual que el proceso de transformación de oruga a mariposa;
- El poder del rango, es como lo define Mindell «¡la suma total de nuestros privilegios!». Hay un rango social que nos atribuye la sociedad, un rango contextual que mantenemos en entornos específicos, un rango psicológico que emerge de la personalidad de cada uno, un rango espiritual que se puede obtener por una conexión con algo más grande que nosotros mismos o por experimentar y afrontar situaciones difíciles con valentía y resiliencia.
Interconectados en un espíritu de sinodalidad nos invitó a encontrar y trabajar con todos nuestros recursos internos y externos y a descubrir, identificar y aprovechar recursos inesperados y transformadores.
Como dice Carl Roger: «El cambio requiere que lo deseemos de verdad y que nos queramos tal como somos, exactamente como somos».
Sanadores de heridas, convirtiéndose en Kintsugi:
Kintsugi es el arte de exaltar las heridas.
Al romperse, la cerámica da nueva vida a través de las líneas de fractura al objeto, que adquiere aún más valor. El arte de abrazar el daño, las heridas, es la delicada lección simbólica que sugiere el antiguo arte japonés del kintsugi.
Sanadores de heridas y santos guerreros, como en el vídeo que puedes ver pinchando en el siguiente enlace.
Sr. Anna Quinterio CJ