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Momentos de resurrección en la vida de Mary Ward – 24 de abril

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“Toma lo mismo de la Compañía» – 1611

Vida en Pinturas No. 24

En 1611 se estableció la escuela en Saint Omer, y más mujeres jóvenes venían a unirse al grupo de compañeras, pero Mary Ward todavía no tenía clara la forma que debía tomar la vida religiosa de su comunidad. Varios ‘hombres espirituales y santos’ hicieron sugerencias de Reglas aprobadas que podrían adoptar, pero ninguna de ellas parecía ser ‘lo que Dios quería que se hiciera’. Durante este año ella se puso gravemente enferma, y mientras estaba en reposo, recostada en la cama y «en extraordinaria paz de espíritu» escuchó las palabras, «no por el sonido de la voz, sino intelectualmente entendidas, ‘Toma lo mismo de la Compañía'».

No se trataba de una «visión», sino más bien de una invitación de Dios a utilizar algo de su propia experiencia, más bien un «momento de resurrección», ciertamente, porque iba a cambiar su vida. Dice, en la carta al Nuncio Albergati de la que se han tomado las citas: «Estas pocas palabras dieron tanta luz en aquel Instituto particular, tanto consuelo y fuerza, y cambiaron de tal modo toda mi alma, que me fue imposible dudar de que procedían de Aquel cuyas palabras son obras».  En una carta anterior al P. John Gerard, amigo personal y jesuita, había escrito: «Éstas son las palabras cuyo valor no se puede valorar, ni el bien que contienen se puede adquirir demasiado caro: éstas dieron luz donde no la había, dieron a conocer lo que Dios habría hecho, dieron fuerza para sufrir lo que desde entonces ha sucedido, seguridad de lo que se desea en el tiempo venidero. Y si alguna vez merezco hacer algo más por el Instituto, debo regresar aquí». Pero Dios la estaba invitando a ver el valor y la relevancia de algo que ya sabía. Durante todos sus años de formación en Inglaterra había vivido bajo la influencia de sacerdotes jesuitas, había aprendido sobre discernimiento, indiferencia, examen, retiros, meditación; y había visto algo del ministerio apostólico ignaciano. Lo que ahora se le pedía era ver cómo las mujeres, al igual que los hombres, podían vivir esta vida: ver cómo en la práctica, tal como escribió a Albergati, «debíamos tomar lo mismo tanto en la materia como en la manera, con la única excepción de lo que Dios ha prohibido por la diversidad de sexos».

Durante el resto de su vida nunca dudó de que el camino jesuita era la voluntad de Dios para ella y para todas las que la siguieran. ¿Quizás hemos tenido alguna intuición similar de Dios, que nos ha permitido ver experiencias pasadas de una manera nueva, dinámica y que ha cambiado nuestra vida, para usarlas creativamente en un futuro radicalmente diferente – y ayudar a los demás a nombrar y usar esos momentos?

Hna. Patricia Harriss CJ

Carla Bellone