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Semana Mary Ward: 23 Enero 2021

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La profunda fe de Mary Ward en Dios la llevó a buscar y hallar a Dios en todas las cosas, estando atenta a la acción de Dios en su vida, lo cual la capacitó para responder a su santa voluntad y cumplirla en su vida. Ella reconoció claramente en la oración lo importante que era tener un corazón libre y un acceso abierto a Dios: “remitir todo a Dios”.

Se abandonó a Dios, ofreciéndose a Él por completo. En la Vida en Pinturas nº 21, leemos acerca de la Visión de la Gloria, una experiencia mística a través de la cual recibió la iluminación de Dios sobre la obra que le iba a encomendar. A partir de esta visión, Mary Ward entendió que esta era la voluntad de Dios para ella y permaneció totalmente obediente a la guía de Dios.

La vida ascética y evangélica de Mary Ward, especialmente a través de sus prácticas espirituales diarias, la llevó a familiarizarse con Dios. Es decir, estaba atenta al movimiento del Espíritu dentro de ella y confiaba en la providencia de Dios cuando dijo: «Quiero darle todo lo que tengo y encontrar en Él todo lo que necesito.» Mary Ward confió en Dios en tiempos de dificultades e incertidumbres. Para ella, todas las experiencias fueron oportunidades de hallar a Dios: ya fuera en los tiempos propicios o ante las dificultades. Permaneció fiel al modo de vida que había elegido.

Al igual que ella, estamos llamadas a la fidelidad incluso en los momentos más difíciles; debemos continuar haciendo las buenas obras con veracidad, especialmente en nuestros ministerios de ayudar a los necesitados y desfavorecidos de la sociedad, un llamado a aceptar ciertas incertidumbres interiores y exteriores de nuestra vida, como ahora cuando pensamos en la unión de los dos Institutos de Mary Ward. Además, la pandemia mundial de COVID-19, que trae consigo muchas formas de incertidumbre que ya estamos experimentando, los pobres que han sido despojados de sus medios básicos de sustento, las personas que han perdido el trabajo, el incremento de casos de embarazos de adolescentes y el aumento de casos de violencia doméstica, entre otros. Con todo esto ya sucediendo, el mundo post-corona es bastante incierto.

Mary Ward respondió concretamente a las necesidades de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo. Esta máxima de Mary Ward nos presenta una valiosa percepción de la que sacar provecho. Como compañeras suyas, su vida es un recordatorio de fidelidad en la oración y del esfuerzo continuo por tener una relación correcta con los demás y con Dios, en cuya providencia podemos lograr mucho, haciendo las cosas ordinarias de manera extraordinaria. Se nos dice que la primera y última palabra de Mary Ward fue Jesús. Jesús se convirtió en la clave y el tema central de toda su vida; es decir, en todas sus peticiones, fue su refugio en todos los peligros y protección de todo mal. Ella nos anima a referir todos estos desafíos a Jesús, permitiéndole ser el principio y el final de nuestra vida en todo. ¿De qué modo el referir todo a Dios es una realidad viva en mi vida, en mi familia, comunidad y ministerio? ¿Qué me impide liberar mi corazón y dejar que Dios tome el control de las situaciones de mi vida?

Esther Finis