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Cuatro claves de la espiritualidad ignaciana – 4

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Ser profecía en nuestro mundo de hoy

La inculturación

El cuarto y último aspecto profético de la espiritualidad ignaciana que queremos destacar es la inculturación, un aspecto derivado de los otros tratados anteriormente.   A través de la práctica de los ejercicios espirituales, del discernimiento y de la escucha de la llamada a una misión particular, el cristiano que ejercita y practica la espiritualidad ignaciana comprende en el Espíritu cómo anunciar el Evangelio, con esas categorías, en ese lenguaje comprensible en el mundo de hoy.   Esta operación de inculturación ha formado parte de la actividad de la Compañía de Jesús desde sus inicios, a través de las figuras de grandes misioneros como Mateo Ricci, a través de la fundación de colegios, a través de la reflexión teológica, a través del diálogo y a menudo la polémica con otras confesiones cristianas, como la naciente Iglesia luterana o calvinista o anglicana reformada. Por no hablar de toda la actividad misionera que los jesuitas han llevado a cabo en lugares como América Latina, por ejemplo, a través de las llamadas reducciones en Paraguay.   La inculturación es uno de los aspectos característicos de la espiritualidad ignaciana que viene de la tradición de la Iglesia, porque desde el principio los cristianos han tenido que anunciar el Evangelio y contar la verdad del Hijo de Dios hecho hombre en una cultura como la helenística y la romana, que tenían sus propios preconceptos, culturas en las que injertaron el mensaje evangélico, que en cambio procedía de una matriz cultural judía.   San Ignacio, viviendo en el mismo periodo de grandes disputas y controversias teológicas y religiosas a través de la Reforma Luterana, no pretendía fundar un cuerpo apostólico para defender la fe, pero de hecho los primeros jesuitas, a través de la práctica de la espiritualidad ignaciana, encontraron una manera de dialogar con culturas y pensamientos distintos a los cristianos y católicos.   La capacidad de adaptarse a diferentes lugares, tiempos y lenguas también atrajo acusaciones sobre los jesuitas de ser hipócritas, porque seguían un principio que San Ignacio dio a los misioneros al decir: ‘Entra con los suyos y sal con los tuyos’. Pero esto no significa fingir una adhesión formal a una cultura para luego traicionarla hipócritamente. Más bien, la intención de Ignacio es fecundar cada cultura, cada lugar y cada tiempo desde dentro, partiendo de esos valores, esas semillas de lo bueno, lo verdadero y lo bello que están en todas partes y son siempre manifestación de la presencia de Dios. Semillas que hay que reconocer y hacer crecer para que lleguen a la plenitud de Cristo, según lo que indicó el Concilio Vaticano II en Ad Gentes 11 y ha recogido el Papa Francisco respecto al acompañamiento de las parejas en Amoris laetitia 77.

P. Giuseppe Trotta SJ



Carla Bellone