Para mi experiencia apostólica de Terceronado tenía 2 lugares: la Amazonía de Brasil y Rumanía; después de un proceso de discernimiento elegí Rumanía. Desde el momento que puse mis pies en esas tierras me sentí en casa, pedí a Mónica que la lengua no sea un motivo de estrés para ninguna hermana porque yo quería experimentar mi propia vulnerabilidad y eso permitió sentirme relajada y tranquila.
. Pasando por las comunidades, en todo momento, me sentí corazonando con las hermanas; encontrábamos modos para comunicarnos.
Viví 7 maravillosas semanas de bondad y comunión, de belleza humana y de la creación. Eternamente agradecida a cada hermana y maravillada del potencial humano para el cuerpo del Instituto.
Miros Santillán IBVM