COVID-19

Una mano amiga durante la Pandemia 2020: Convento de Santa María, Gorkha, Región de Nepal.

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El Coronavirus está cambiando drásticamente nuestras vidas. Ha provocado una situación de desgaste mental que nos afecta a todos. Como religiosas estamos llamadas a atender a los necesitados que nos rodean y ofrecer lo que podamos para ayudar a aliviar el dolor y la ansiedad de nuestros vecinos. Nuestra comunidad decidió prestar ayuda en menor escala proporcionando una parte de nuestros productos del huerto.

Cuando comenzó el encierro en el distrito de Gorkha, la gente pobre de los alrededores no estaba preparada para hacer frente a su vida diaria. Dado que este año Dios bendijo nuestra tierra con buenos frutos, pudimos brindar vegetales y frutas frescas a nuestros vecinos y compañeros de trabajo. Muchos luchaban por alimentar a la familia ya que no tenían acceso a los comercios debido al encierro tan rígido. Se sintieron felices cuando compartimos nuestros frutos con ellos. En la comunidad le agradecemos a Dios todos los días por habernos bendecido con frutos suficientes y de sobra, permitiéndonos de compartir nuestra alegría con aquellos que necesitan ayuda.

Para cuidar a la gente que nos rodea, decidimos hacer pequeños sacrificios todos los días, teniendo en cuenta el objetivo final de nuestros sacrificios. Como comunidad decidimos adoptar un estilo de vida sencillo con el mínimo que tenemos. El objetivo era reunir el dinero que gastamos en comidas suntuosas todos los días e identificar una familia que esté luchando en este momento para ayudarles con los alimentos necesarios. Hemos limitado también las celebraciones, especialmente los cumpleaños y los santos de los miembros de nuestra comunidad, para añadir el dinero que se gastaba en esas ocasiones al fondo que recaudamos para ayudar a los necesitados.

Para concienciar a la gente sobre la importancia de llevar una mascarilla en este tiempo de pandemia, decidimos hacer mascarillas y distribuirlas a la gente en nuestro entorno. Entregamos mascarillas también a aquellos que venían a la escuela por varios motivos. Puesto que queríamos que los niños en la escuela estuvieran conscientes de la necesidad de usar mascarillas cuando se mueven, invitamos a los niños del vecindario y les entregamos una mascarilla a cada uno explicándoles su uso para proteger a sí mismos y los demás del contagio del virus.

Si algo bueno debe resultar de este tiempo de desesperanza y angustia, será nuestra capacidad de cuidar de los necesitados.

Carla Bellone