Ser profecía en nuestro mundo de hoy
Discernimiento Otro aspecto profético de la espiritualidad ignaciana es el discernimiento. El Papa Francisco como buen jesuita ha señalado precisamente en el discernimiento la posibilidad y la capacidad de anunciar el Evangelio hoy en el acompañamiento personal de quienes acuden a la iglesia en busca de orientación para sus vidas. Por ejemplo, en Amoris Laetitia habla de la necesidad de evaluar las situaciones individuales de pareja, partiendo de un principio general, que, sin embargo, no se puede aplicar mecánicamente a todas las personas. Este enfoque se inscribe más generalmente en ese «discernimiento de los signos de los tiempos» del que ya hablaba el Concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et Spes: es deber permanente de la Iglesia escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, para que, de manera adaptada a cada generación, pueda responder a los interrogantes perennes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y de sus relaciones mutuas (GS 4). Este discernimiento de las situaciones objetivas, sociales y culturales, encuentra en la espiritualidad ignaciana y en la práctica de los ejercicios espirituales la posibilidad de aprenderlo y practicarlo desde la experiencia personal de la persona que se ejercita en seguir el camino trazado por el Señor. A este nivel personal, se trata de desarrollar la capacidad de escuchar los movimientos interiores del corazón, y poder reconocer si son causados por el buen espíritu o por el mal espíritu, como nos enseña San Ignacio, para «acoger las buenas [inspiraciones] y rechazar las malas» (EE 313ss). Desarrollar a través de la práctica espiritual una buena capacidad crítica, incluso hacia uno/a mismo/a, que consiste en ser capaz de reconocer las motivaciones que hay detrás de nuestras acciones y elecciones, es parte esencial de una actitud sapiencial y profética ante la vida, especialmente hoy, en la época de las fake news (falsas noticias).
P. Giuseppe Trotta SJ